¿Por qué decidí estudiar arquitectura? Les cuento mi experiencia personal.
Mi nombre es Estefanie Quispe Salas y tengo 28 años. Nací en Arequipa, una ciudad hermosa en el sur del Perú, a los 12 años me mudé a Lima para estudiar y vivir junto a mi familia. Desde pequeña, siempre me pregunté quiénes estaban detrás de las grandes obras de la ciudad: ¿quién construían los parques, las escuelas, los aeropuertos? Siempre me decían que los arquitectos eran los responsables de todo.
Fotos propias de (1) Arequipa, Perú. (2) Universidad de Lima. (3) Primeras maquetas (De izquierda a derecha)
A medida que crecía, desarrollé la idea de que los arquitectos eran quienes construían las ciudades. Pensaba que resolvían numerosos problemas y que también eran parte integral de la ciudad en la que vivía. A medida que me adentraba en la adolescencia, comprendí que los arquitectos no solo construían edificios o centros comerciales, sino que también tenían un impacto en el ecosistema social. Participaban en la construcción de viviendas, investigaban asentamientos humanos y se ofrecían para ayudar en situaciones de desastres naturales.
Siempre me han interesado las artes, las ciencias sociales y el diseño. Desde que estaba en quinto grado de secundaria, tenía claro que quería una carrera que me permitiera desarrollar estos intereses. Aunque en el colegio tuve la oportunidad de explorar distintas asignaturas, como economía, historia y biología, ninguna me llevó directamente a la arquitectura. Incluso me asustaba la idea de que la arquitectura se redujera a números, física y matemáticas, asignaturas en las que no me iba mal, pero no me apasionaban.
Fue en el curso de economía donde descubrí la carrera de Negocios Internacionales y me ilusioné pensando que sería una carrera que me permitiría expresar mi creatividad. Ingresé a la Universidad de Lima para estudiar Negocios Internacionales, pero pronto empecé a tener dudas. No estaba segura de cuánto podría expresarme realmente en esa carrera. Sin embargo, a los 16 años, una edad en la que casi nunca estamos seguros de nada, dejé pasar esa sensación y comencé a estudiar negocios.
Siempre había deseado estudiar en esa universidad y descubrí que, justo el año en que ingresé, se abrió por primera vez la carrera de Arquitectura y Gestión de Proyectos. Sin embargo, no fue hasta un año y medio después de comenzar Negocios Internacionales que tomé, como me gusta llamarlo, la primera gran decisión de mi vida: cambiarme a la carrera de Arquitectura. Fue una decisión que tomé sin buscar opiniones externas, escuchando únicamente mi propia voz. A los 18 años, pude afirmar que mi creatividad, mi pasión por el diseño y mis ganas de cambiar el mundo tomarían otro rumbo. No me alejaba del ámbito de los negocios, ya que la carrera de arquitectura en sí misma tenía una especialización en Gestión de Proyectos, pero sí me acercaba a los cursos que no sabía que necesitaba conocer, como diseño arquitectónico, representación gráfica, historia, urbanismo, investigación, entre muchos otros.
Fotos propias de (1) Primeras maquetas del Cerro San Cosme, lugar dónde haría mi tesis. (2) Recorriendo Lima como estudiante de arquitectura. (3) Primeras intervenciones urbanas en el Cerro San Cristóbal. (De izquierda a derecha)
Fotos propias de (1) Capturando desafíos urbanos. (2) Sesión fotográfica egresados ULima. (3) Día de graduación de la facultad. (De izquierda a derecha)
La dificultad al decidir estudiar arquitectura no radica únicamente en creer que se verá mucho arte y diseño, o que habrá muchas matemáticas y estructuras. Tampoco se trata solo de escuchar que es una carrera exigente y demandante, que se encuentra entre las tres más difíciles junto con Derecho y Medicina. Todas las carreras tienen cierto grado de dificultad.
Personalmente, lo más difícil fue escucharme a mí misma y saber lo que realmente quería antes de tomar una decisión.
Ahora, mirando hacia atrás, puedo decir que fue la mejor elección que pude tomar. La arquitectura me ha permitido combinar mis pasiones por el arte, el diseño y las ciencias sociales en un campo que tiene un impacto tangible en la sociedad. Cada día tengo la oportunidad de contribuir a la creación de espacios habitables y funcionales, de diseñar entornos que promuevan la calidad de vida y la sostenibilidad.
A través de mi formación en arquitectura y gestión de proyectos, he adquirido habilidades para abordar desafíos urbanos complejos, investigar y comprender las necesidades de las comunidades, y trabajar en equipo para materializar ideas innovadoras. He aprendido a utilizar herramientas de representación gráfica y tecnologías digitales para comunicar de manera efectiva mis conceptos y diseños.
Fotos propias de (1) Ultima entrega de Proyecto Fin de Carrera. (2) Muestra Ideario. (3) Selección fotográfica sobre Serie de fotos de barriadas. (De izquierda a derecha)
Mi camino en la arquitectura no se trata solo de construir edificios, sino de utilizar mi creatividad y conocimiento para abordar los problemas sociales y ambientales que enfrentan nuestras ciudades. Me motiva la posibilidad de contribuir al desarrollo de entornos más inclusivos, sostenibles y saludables.
En resumen, el viaje que me llevó a convertirme en arquitecta fue una combinación de curiosidad, pasión por el diseño y la determinación de seguir mi instinto. La arquitectura me ha brindado la oportunidad de crear, de impactar positivamente en el entorno urbano y de trabajar en colaboración con otros profesionales para hacer realidad proyectos significativos.
Estoy emocionada por lo que el futuro me depara en mi carrera como arquitecta y estoy lista para enfrentar nuevos desafíos, explorar nuevas ideas y continuar aprendiendo cada día. La arquitectura es mucho más que un simple trabajo, es mi vocación y mi forma de contribuir al mundo que me rodea.